Vistas de página en total

jueves, 9 de marzo de 2017

Y así será

Sólo veo lo que siento
Nunca he visto más allá
No me trago lo que pienso
Ni una vez así me va
Aprendí con la marea
Que se llega y que se va
Prometí no dar la espalda
Y decir nunca jamás
He ganado amor del bueno
Sin ponerle condición
He perdido la cabeza
Pa' encontrar el corazón
No aposté por la mentira
En honor a la verdad
No me dejo la sonrisa
Con el resto temporal
No soy de nadie
Ni valiente ni cobarde
Pero no he temido
Ni imposibles ni prohibidos
Ni alas de ángeles caídos
No voy de nada
Ni de escudo ni de espada
Pero doy la cara
No voy a morderme el corazón
Sólo quiero ser yo misma
Darte todo lo que soy
No olvidar de donde vengo
Pa' saber a donde voy
Tengo poco pero es mucho
Por lo mucho que me das
Me paseo por tu vida
En versión original
No

martes, 17 de enero de 2017

Hoy pensé



Me sedujo la idea de pararme a pensar y pensando pensé que hay veces que mejor no pensar. Así que dejé de hacerlo y me puse a hablar. Hablé en voz alta y dialogué conmigo misma, pero en una réplica de mi voz escuché que hay veces que mejor no hablar. Así que callé y me puse a observar. Miré en todas direcciones, contemplé paisajes, lugares y horrores y entonces comprendí que hay veces que mejor no observar. Así que dejé de hacerlo y me puse a soñar. Cerré los ojos, abrí la mente y de una imagen a otra llegué hasta una pesadilla que todavía no he podido borrar y desperté sabiendo que hay veces que mejor no soñar. Así que decidí no hacerlo y me puse otra vez a pensar. Sin embargo, ahora ya sabía que era mejor no pensar, pero elegí hacerlo porque pensé que pensando me evitaba tener que hablar, mirar o soñar. Así que me entretuve pensando qué podía hacer sin pensar y descubrí que mi cuerpo, sin ayuda intencionada, era capaz de respirar. Respiré profundamente y al hacerlo noté que mis problemas encogían y se diluían en el aire de mis pulmones, hasta salir flotando por mi boca al espirar. Sentí una paz como hacía tiempo que no sentía y comprendí que siempre es mejor continuar. Me sedujo la idea de pararme a pensar y pensando pensé que, aunque hay veces que mejor no pensar, pensando descubres que vivir no es sólo respirar.

Y es que Sucede Que Hoy pensé, luego existí, luego fui...

sábado, 10 de diciembre de 2016

A por todas!!!

No hay nada más cierto que el tiempo que pasa no se recupera, los besos que se dan no se repiten ni se devuelven, los abrazos no se conservan en cajas ni en sobres de papel y el amor no se congela en el aire ni en ninguna otra parte, solo tenemos el presente para hacer lo que queremos, esa especie de realidad que ocurre gracias al tiempo, que existe solo por nuestros deseos de estar, solo por nuestras ganas de vivir.
 Después de tanto pensar y reflexionar conmigo misma recordando las palabras que hoy me dijeron, basta con abrir los ojos para regresar a este mundo que no es de ensueño y suspirar, mi vida se siente llena, hay muchas cosas buenas e importantes en ella, muchas cosas que defender y por las cuales seguir luchando sin amedrentarme. El dolor que nos lastima no se cura cerrando los ojos, la felicidad no se encuentra quedándonos parados esperando el alba porque la vida solo se puede vivir mirando hacia adelante.
 

domingo, 20 de noviembre de 2016

Perdonado

Crecer no es una tarea sencilla. A lo largo de los años tenemos avances, retrocesos, desilusiones, esperanzas y dolor. En este trayecto forzosamente existirán personas que nos lastimen, que nos nieguen aquello que deseamos, que no nos comprendan o incluso que nos traicionen. Todos sufrimos alguna vez por causa de otra persona. Ahora bien: ¿Qué sentimos por ese que nos dañó? ¿Somos capaces de olvidar la ofensa? ¿Sabemos perdonar?
Cuando una persona perdona a otra, anula sus malos sentimientos respecto al que le ha ofendido. El perdón es un acto de valentía para algunos o de debilidad para otros, pero lo cierto es que perdonar permite romper la relación de resentimiento y amargura que se había establecido entre nosotros y quien nos ha herido, voluntaria o involuntariamente.
El perdón, es la llave mágica que todos debemos encontrar para sanar cualquier tipo de relación. Es una expresión de amor hacia nosotros mismos y los demás. Perdonar no implica que te guste lo que estás viviendo, es liberarte de sentimientos de odio, rencor, envidia… liberándote de ellos, liberas a los demás, no los retienes en tu mente, dejas libre a esa persona que te ha herido.
El perdón es realmente un acto de amor a nosotros mismos porque cuando decidimos no perdonar, lo único que hacemos es estancarnos en emociones negativas. La falta de perdón nos ata a la otra persona o a la situación que no podemos olvidar y una y otra vez volvemos a recordar trayendo al presente nuestro dolor. Esto te hará mucho más a ti que a la otra persona, porque cargar con esos sentimientos donde quiera que vayas y con quien quiera que estés.
Recordemos que todos los pensamientos que tenemos van creando nuestro futuro, cada uno va creando su propia experiencia con las cosas que piensa y que dice. Cada vez que decidimos no perdonar, debemos recordar que el resentimiento es como tragar una cucharadita de veneno diaria, se va acumulando y nos daña. Por eso, para curarnos, debemos perdonar. Enviar luz y paz para que la luz y la paz regresen a nosotros.
Saber perdonar es pasar página ante una situación dolorosa, sin resentimiento. Es algo muy importante y de mucho valor espiritual. Cuántas veces una relación ha llegado a su fin por no brindar un sano perdón al ser que amamos.
Y si saber perdonar es importante, tanto o más lo es el saber pedir perdón cuando nos equivocamos. Muchas personas a pesar de la convicción de la falta cometida tienden a pensar que pedir perdón significa cobardía y hasta falta de personalidad.
La realidad es que si estamos seguros de haber cometido un error no debemos dudar jamás ofrecer disculpas al ser que hemos ofendido. Esto no significa que demostramos flaqueza sino más bien que tenemos sabiduría al momento de evaluar nuestros actos. Todos pasamos por ambas caras de una misma moneda.
Cómo podremos pedir perdón si no practicamos el saber perdonar. No quita meritos decir “Perdóname, me equivoqué” o contestar simplemente “Yo te perdono…”, pero ambas cosas hay que decirlas siempre desde el fondo del corazón porque sólo así encontraremos paz interior. Saber perdonar requiere estar dotado de una gran tolerancia y una apertura de mente. Es algo que enaltece y engrandece al ser que lo practica.
Algunos dirán ¿Por qué perdonar? Si perdonar no significa olvidar, tampoco significa que tengamos que comprender ni restar importancia a su error o a su ofensiva acción. Se trata más bien de hacer un favor al “culpable”, permitirle sentirse mejor y que pueda volver a empezar.
Amigos, perdonar no es anular, como si nada hubiera ocurrido; ni es olvidar, como si fuera posible una amnesia súbita; ni es no tenerlo en cuenta, ser imprudente y no aprender de la experiencia. No significa ser ni ciego ni ingenuo. Lo hecho, hecho está y no hay Dios que lo cambie.
Aprendamos a pedir perdón y a perdonar. Pero recordemos que no porque exista el perdón, la gente tiene derecho a dañarnos las veces que quiera